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La denuncia que hizo el domingo último el programa Cuarto Poder, en el sentido de que un grupo de médicos del Hospital Arzobispo Loayza solía abandonar sus puestos de trabajo y a sus necesitados pacientes para ir, en su horario de labores, a atender en consultorios privados, es muy grave y debe merecer la condena de todos los sectores, incluyendo los gremios que agrupan a los galenos.

No es la primera vez que se hace una denuncia sobre cómo algunos personajes sacan provecho de la siempre alicaída y necesitada salud pública. En octubre del 2016 se hizo famoso el médico Carlos Moreno, entonces asesor del presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien hablaba de “negociazos” en el Hospital Arzobispo Loayza a través del Sistema Integral de Salud (SIS), que atiende a los más pobres de entre los pobres del Perú.

Ahora se ha sabido de este grupo de médicos que dejaba de atender a pacientes en el hospital público para irse a ver consultas privadas. ¿Puede haber algo peor que esto? Se sabe que el Ministerio de Salud ya separó de sus cargos a estos personajes, pero la cosa no debería quedar ahí, pues no sería raro que más adelante estos mismos profesionales sigan trabajando ahí o en otros lugares como si nada hubiera pasado.

Por eso es importante que se pronuncie el Colegio Médico del Perú y los gremios laborales. ¿O es que primará el mal llamado “espíritu de cuerpo”? ¿Habrá un

comunicado en las próximas horas? Abandonar pacientes en un hospital para gente tan necesitada como el Arzobispo Loayza no tiene nombre ni justificación y debe merecer una drástica sanción, quizá hasta de índole penal. El Ministerio de Salud no puede permitir la impunidad.

De nada le servirá al Estado invertir -si es que lo hace- en mejorar y dignificar la salud pública, algo que hace mucha falta en el Perú, si no cuenta con los profesionales idóneos para tal labor, que debería tener un lado humanitario. De qué valdría contar con hospitales y equipos de primera si los médicos, por un sencillo, se van a escapar para atender en consultorios privados en horario de labores. Qué vergüenza.