El sistema electoral tiene por finalidad asegurar que las votaciones traduzcan la expresión auténtica, libre y espontánea de los ciudadanos y que los escrutinios sean reflejo exacto y oportuno de la voluntad expresada en las urnas.

El derecho implica orden social, no ayuda a generar dudas; por el contrario; pacifica. Para citar un ejemplo, si se produce un asesinato y no aparece el cuerpo, no significa que no haya un asesino, las instituciones encargadas de que se haga justicia buscarán al responsable; por el contrario, si las autoridades limitan sus propias actuaciones, lo más probable es que no se llegue a la verdad, prevaleciendo la impunidad sobre la justicia.

Las irregularidades del proceso electoral vienen apareciendo diariamente. Preocupa cómo las autoridades electorales, invirtiendo el orden jerárquico normativo, privilegiando un reglamento frente a una Ley, pretenden rechazar impugnaciones entre otras formalidades, alegando que se han presentado fuera del horario de atención, cuando la ventanilla de atención es virtual. Peor aun cuando uno de los magistrados solicita, para mejor resolver, contar con el padrón electoral de la ONPE, donde constan firma, huella digital y nombre de las personas que emitieron su voto. Los tres magistrados restantes niegan esa posibilidad alegando que ello no consta en el reglamento.

La estrategia de Perú Libre, ha sido contaminar el proceso quitando votos al contrincante copando las mesas donde no había personeros ni miembros titulares. Este esquema siniestro lo ha visto todo el país en un video de “capacitación” a simpatizantes de Perú Libre donde se da la consigna “ocupar las mesas para conseguir los votos”; a partir de allí, firmas falsas, suplantaciones, post firmas con letras distintas, impugnaciones, consignar datos incorrectos en las actas para anularlas, etc.

La polarización del país no justifica actuar con temor, cálculo o consigna ideológica. La autoproclamación desesperada como ganador de un candidato es una afrenta a la autoridad electoral y al país, como lo son la amenaza del machete y látigo, peor e inaceptable sería burlar la voluntad popular y convalidar el engaño.

Solo la verdad nos hará libres.