La crisis es de nunca acabar, parece inherente al devenir político y a la corrupción que surge hasta bajo las piedras. La presentación de Pedro Castillo de este martes 15 para pedir una tregua al Congreso parece no haber funcionado. La moción para la vacancia avanza lenta en nuestro país de sorpresas permanentes y misterios que nos descolocan. En los últimos años la ingobernabilidad y la inestabilidad van de la mano con la inseguridad. Y lo que dijo el Pedro Castillo dialogante no alcanza para cambiar una situación que parece estructural, agravada por malas decisiones y designaciones de altas autoridades que no dan la talla para ningún cambio posible. Castillo vive y ha vivido en crisis desde que llegó a Palacio, los escándalos no cesan y cada día, el Perú amanece con la preocupación y la angustia de no tener rumbo. Y su situación se agravará con los colaboradores eficaces que amenazan con develar una trama que lo coloca negativamente en el centro del escenario. De Karelim López a Bruno Pacheco nada le es halagador, a pesar de su oferta de colaboración con la investigación del Ministerio Público. Mientras tanto corre el procedimiento por la vacancia que requiere 87 votos que podrían irse sumando de manera lenta. El día D es dentro de 9 días y el presidente deberá decidir si ejercerá personalmente su defensa o enviará un abogado o irán ambos. Castillo reconoció errores y expresó su “ánimo de enmienda y corrección”. Presentó una lista nada impresionante de logros y anunció que para superar la crisis estructural enviará proyectos de ley de Reforma del Estado. Por ahí deberíamos comenzar, por debatir lo que queremos para nuestro país y cómo. La reforma política es indispensable para romper la fragilidad institucional que acoge la inestabilidad permanente. Corresponde fortalecer el Congreso y también el Ejecutivo, pero necesitamos gente preparada y Castillo no la tiene.