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El abogado de Rony García, el agresor canalla que le desfiguró el rostro a Lady Guillén, ha dicho que la bailarina usó el Photoshop para probar las golpizas que su defendido le propinó. Hay que ser muy miserable para decir semejante cosa.

Los jueces le dieron prisión suspendida al tal García, pese a las evidencias del maltrato, enfermizo y sin piedad, contra Lady. Alejandro Reynoso, Aurelio Pardo y Pilar Natividad Huaricancha (sí, encima es mujer) son los magistrados que dejaron libre a un sujeto que la propia Lady ha llamado “asesino en potencia”. Acá son dos cosas: o son muy indiferentes a la realidad, con lo cual no deberían ser jueces; o hay arreglos bajo la mesa. La OCMA lo debe decir.

En el caso de Arlette Contreras, más bien, está probada la cercanía y la amistad entre la jueza Tatiana Pérez (sí, también es mujer) y la familia del abusivo Adriano Pozo. Ella debió inhibirse del caso y no lo hizo. El papá de Adriano es regidor y, pensará Pérez, siempre es mejor estar bien con el poder. Tomen nota, señores de la OCMA.

Lo más triste es el caso de María Elena Chumbimune. En febrero denunció a quien este mes terminó matándola. Ella acusó a Erik Espinal por tentativa de violación y homicidio. No bastó su testimonio, el de una joven de 21 años y cuatro testigos para ordenar la detención de Espinal. María Elena tuvo que morir para que la justicia vaya tras su agresor.

Sí, ofenden y dañan los agresores. Pero más peligrosos son los jueces, fiscales y policías injustos en casos como los que hoy sufren Lady y Arlette. Haga algo, doctor Ticona. No esperemos otra María Elena. Ni una más.

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