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Luego de tres años de que Lima recibiera el encargo de albergar los Juegos Panamericanos el 2019, recién se está comprendiendo la envergadura de este compromiso internacional. Un sentido de urgencia ha comenzado a llenar titulares y las acusaciones vinculadas a las responsabilidades por el tiempo perdido han comenzado a salir desde distintos frentes.

Preocupa que en este escenario de premura aparezcan posiciones en exceso negativas propias de las pugnas políticas y no de un legítimo interés en que las cosas salgan bien. Primero se presionó al presidente del Comité Organizador de los Juegos (COPAL) a que renuncie porque Nadine Heredia lo propuso para el cargo y, por lo tanto, su designación tenía un origen impuro. ¿Era realmente una razón válida para vetarlo? Ahora el congresista Mulder señala que el ministro Saavedra debe renunciar porque “no se ha avanzado ni un ladrillo” (lo que no es preciso). A la par, ciertos comentaristas no han dudado en decir que lo mejor es renunciar a la organización porque no podremos cumplir.

Es verdad que estamos contra el reloj, pero es un error permitir que este reto se convierta en escenario de batallas políticas y negativismos. Necesitamos hacer fuerza común y asegurar que Lima esté preparada. Una buena noticia es la designación de Carlos Neuhaus como director ejecutivo del COPAL. Otra buena es que los Panamericanos ya están en la agenda pública. Ahora a trabajar.

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