El proceso de elección de los nuevos miembros del Tribunal Constitucional (TC) demuestra una vez más que el Congreso de la República está plagado de discordias, disputas y enfrentamientos. La comisión especial del Parlamento ya eligió a 11 candidatos que reemplazarán a los seis magistrados que terminaron su mandato hace más de tres meses y, evidentemente, no todos quedaron conformes.
Hay cinco bancadas al interior del Congreso que han expresado su disconformidad, principalmente porque consideran que los tiempos son muy cortos para la elección. Ante ello, parlamentarios de la mayoría ven muy difícil que se concrete la elección de los magistrados en las próximas dos semanas.
Evidentemente, en un Congreso donde el consenso no es la principal virtud, se avizora un nudo de acusaciones que no le hace bien al Estado de Derecho. Hay que precisar que cada nuevo miembro del TC para ser elegido requiere 87 votos a su favor en el Legislativo. Así como están las cosas, se vislumbra un panorama adverso para que se concrete ello. Habría que asumir la capacidad de entendimiento como eje central del Legislativo para lograr buenos resultados.
Nunca como ahora la elección de los miembros del Tribunal Constitucional concita tanta atención, porque en el futuro inmediato podría llegar un recurso para que se pronuncie sobre la constitucionalidad o no del proyecto de adelanto de elecciones. En ese sentido, lo que no se quiere es que los magistrados ganadores estén bajo sospecha. Esto le haría gran daño a nuestro sistema democrático.