La percepción de inseguridad ciudadana va en aumento. Según el observatorio Lima Cómo, la mayoría de ciudadanos de Lima y Callao estima que los delitos y crímenes en las calles son el problema número uno. Sin embargo, este no es un asunto que se circunscriba a la capital. En todo el país pasa lo mismo. Los hechos policiales cobran notoriedad día a día. Las calles son tierra de nadie en muchos sitios. Se ven todos los días asaltos, balaceras, crímenes, etc. Con ello, el temor de la gente avanza. Además, hay impaciencia porque nunca tiene los niveles de seguridad que el presidente y demás autoridades prometieron. Los peruanos piden soluciones a gritos y los gobernantes parecen decir: “No la tenemos”.

No solo la corrupción y la incapacidad del Gobierno anulan cualquier posibilidad de lucha contra el crimen. También afecta la alta rotación de funcionarios que no permite implementar políticas públicas a mediano y corto plazo. Imagínense que en poco más de un año de este Gobierno se ha nombrado a 7 ministros del Interior, 5 comandantes generales de la Policía Nacional del Perú y 10 directores generales de Inteligencia. Con tamaña inestabilidad en instituciones claves para luchar contra la inseguridad ciudadana, es imposible concretar un proyecto exitoso.

Tal vez otra persona sea asaltada o suceda un tiroteo mientras se escriben estas líneas. Sin embargo, las autoridades no parecen enteradas. Su inacción es una forma de aceptar, de tomar como algo normal la delincuencia y el crimen.