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Lo que menos quiere el pueblo peruano es que la violencia sirva de presión para cumplir determinados objetivos. La experiencia de años anteriores en los que el terror intentó poner en jaque a nuestro sistema democrático marcó de la peor manera a muchas generaciones. Por ello, en épocas actuales, todo acto vandálico y extremista es repudiado.

Está claro que todos entendemos las demandas de las 72 comunidades y los 149 centros poblados que se sienten afectados por el proyecto minero Las Bambas, pero debemos precisar que la intransigencia y la violencia no conducirán a solucionar los problemas.

Por ello, la actitud de los pobladores de Fuerabamba al apedrear el helicóptero en el que viajaba una comitiva del Gobierno debe ser condenada. Estas acciones los colocan en un escenario caótico. Lo ideal sería recibir a los ministros y establecer un diálogo. Es preocupante que se condicione la coordinación y las reuniones con el Estado a la liberación de dirigentes y asesores, algo que no puede hacer el Ejecutivo.

Muchos piden mano dura. Uno de ellos ha sido el presidente del Congreso, Daniel Salaverry, quien señaló que el mandatario Martín Vizcarra debe poner mano firme. “No solo necesita mano firme para pechar el Congreso”, añadió. Creemos que debe haber prudencia en ambas partes.

Hoy se cumplen 53 días de la restricción del paso de vehículos de la minera, a la altura de Yavi Yavi. Esperamos que el 9 de abril, durante la reunión anunciada por el Gobierno, participen todas las comunidades afectadas y no solo una parte de estas. Que no haya más intransigencia. Está claro que, en la coyuntura actual, el pueblo peruano ve con terror todo acto de violencia. 

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