Ante el silencio y el confinamiento en su aposento del presidente de la República, Pedro Castillo, es el premier Guido Bellido el que sale a dar la cara y ser la voz del Gobierno. Hace algunos días trató mal a un periodista y luego dejó con la palabra en la boca a una vecina de San Juan de Lurigancho, quien reclamaba por la falta de agua. Pese a todo, ayer en Villa María del Triunfo pidió la unidad de los peruanos porque “no podemos seguir viviendo en una sociedad de odios y conflicto”. Sin embargo, inmediatamente la emprendió otra vez contra la prensa, esta vez contra el canal de televisión Willax y el periodista Beto Ortiz. Nuevamente su estilo declamatorio tuvo un desprecio total por la lógica.
Lo que interesa hoy es que las buenas intenciones se concreten. El Gobierno ya no puede tener personajes claves que muestran más interés por el impacto emotivo que por la rigurosidad de los planes. Se necesitan ministros y funcionarios eficaces y pragmáticos para salir de la crisis. Sobran los que tienen como especialidad generar enfrentamientos, agudizando la polarización que hay en el país.
¿Cómo se arregla esto? Por supuesto, con decisiones políticas del jefe de Estado, quien debe ser consciente que una persona madura hace del fracaso una fuente de formación y autocrítica. Es el momento de realizar los cambios necesarios en el gabinete ministerial. Postergarlos puede ser demasiado tarde.