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Los fujimoristas llevan en el ADN el prurito de utilizar el poder para enfrentarse a la prensa, ponerle zancadillas y trastocarla a su antojo. Recordemos la proliferación -en las postrimerías de los años 90- de los llamados “diarios chicha”, en los cuales el titulero de las diatribas que se publicaban era Vladimiro Montesinos, mano derecha de don Alberto.

Por ende, no sorprende que ahora la rama keikista haya respaldado el devaneo legislativo del aprista Mauricio Mulder, la “ley mordaza”, que prohíbe la publicidad estatal en medios privados de comunicación. Mulder siempre fue contestatario y utilitario en el Congreso, pero como gestor de esta norma mucha gente se pregunta: ¿qué le pasa?

Una de las funciones de los parlamentarios es la representación de la Nación. ¿Ustedes creen que Mulder y los “naranjas” están cumpliendo con este mandato del pueblo al insistir en una ley a la que, desde el ciudadano de a pie hasta la SIP, pasando por los gremios periodísticos locales y el propio gobierno, le han puesto la cruz por su impertinencia? Desde luego que no.

Un taxista me propuso lo siguiente: como para muchos padres de la patria el Congreso es un negocio y van a defender intereses personales, ¿qué tal si los periodistas dejan de darles tribuna en los diarios, radios y canales privados? Si quieren exponer un tema o “figuretear”, que paguen un publirreportaje. A ver si las redes sociales, la TV o la web del Parlamento les bastan. ¿Se imaginan a Becerril sin cámaras para despotricar a diario en el Hall de los Pasos Perdidos? Estaría como un león enjaulado.