La presidenta Dina Boluarte ha cumplido tres meses sin ofrecer declaraciones a los medios de comunicación, una situación que pone de manifiesto su limitada tolerancia hacia la libertad de prensa en el país. A pesar de su silencio, Boluarte no pierde oportunidad para criticar a los periodistas, lo que quedó patente en su reciente intervención durante la firma de un convenio para la construcción de hospitales de alta complejidad en Piura y Chimbote.
En esta actividad, la primera tras su regreso de China, instó a los medios a difundir los logros de su gestión con la misma intensidad que lo hacen con las “noticias tendenciosas”. Además, expresó su deseo de que “la prensa nos ayude a repetir las 24 horas” las cosas buenas del gobierno.
La incomodidad de la presidenta ante el trabajo de investigación periodística, que revela y cuestiona las irregularidades en las altas esferas del poder, es preocupante. Este comportamiento es una mala señal para la transparencia y el rendimiento de cuentas que son esenciales en cualquier gestión gubernamental.
La función de la prensa es vital ya que garantiza que el público esté informado sobre las acciones y decisiones de sus líderes. Al mostrarse reacia a la crítica y al escrutinio, Boluarte socava uno de los pilares fundamentales de la democracia.
Ojo que la comunicación constante y clara con los medios no es solo un deber, sino una herramienta indispensable para conectarse con la ciudadanía.