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El Ministerio Público dispuso abrir una investigación preliminar a Tony Rosado, popular cantante de cumbia con más de 40 años de trayectoria musical, por “incentivar a través de sus discursos la agresión a las mujeres”, pues ha generado polémica con sus recientes declaraciones a un programa de televisión. “Si el hombre ha matado a la mujer, es problema de él. Él la mata porque le tendrá odio o porque la mujer no le hace caso”, dijo el intérprete y todos espantados, pero si hubieran seguido la carrera del artista, se tendrían que haber indignado desde hace mucho, ya que para Rosado es usual y hasta considera su “marca de fábrica” tener un discurso machista, discriminador, sexista y violento contra la mujer. En su limitado universo, ellas tienen la culpa de todo, no valen nada, se merecen el castigo divino por sus “infidelidades”. En un auditorio en el que el licor abunda, eso exacerba a muchos de sus seguidores que van a justificar agresiones porque una figura como Rosado se las recuerda entre canción y canción, como si fuera una “broma” para amenizar la velada. Discursos como los de Rosado son fáciles de identificar por lo burdo, agresivo y directo; se le puede atacar, cuestionar y pedir que se le sancione, ¿pero cómo hacemos con esos discursos violentos contra la mujer soterrados, escondidos que se difunden por la televisión? Esos llegan a más gente, no solo a los asistentes a un concierto cumbiambero como los que ofrece Rosado. En la televisión, muchos están “pasando piola”; con el pretexto de la diversión siguen reforzando esos estereotipos en contra de la mujer o el ataque directo, simplemente porque hay que “tomarla de punto”. No es agresión, por ejemplo, darle duro a Sheyla Rojas, conductora de televisión, por decidir romper una relación sentimental y recibir por eso todas las etiquetas y calificativos posibles en su contra, mientras que a la expareja se le celebra todo, se le recibe para entrevistas con bombos y platillos por ser la “víctima” de una “calculadora”. ¿Qué se quiere dar a entender con eso? No es violencia gratuita contra la mujer burlarse de los orígenes de Yahaira Plasencia, reservarla a la categoría de arribista porque a alguien se le ocurrió que mudarse de barrio solo es para unos pocos y así menospreciar su carrera, su esfuerzo por destacar en su carrera. La lista es amplia, los discursos al estilo Tony Rosado abundan, ya es hora de hacer mea culpa e identificar cuando es diversión, información o simplemente ataque gratuito y duro en contra de la mujer. Reflexionemos.

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