El Perú corre el gran riesgo de que ya no solo la presencia de impresentables y buenos para nada, sino también de defensores de terroristas y hasta elementos vinculados a atentados dinamiteros, sea parte del paisaje y algo normal desde la llegada al gobierno de Pedro Castillo, quien salió de las canteras de un sindicato de docentes radicales hermanado con Sendero Luminoso y llegó al poder de la mano de un partido que se define como marxista leninista.

Los ciudadanos no podemos permitir que gente ligada a grupos armados siga ganando espacios en el régimen del presidente Castillo, quien mantiene a un filosenderista como titular del Consejo de Ministros a pesar de que está siendo investigado por presuntamente haber cometido los delitos de terrorismo y apología del terrorismo. No olvidemos que el martes último uno de los rostros visibles del Movadef, Hugo Tito Rojas, estuvo en el mismo Palacio de Gobierno. ¿Quién sigue?, ¿Martha Huatay?

Y si vamos a hablar del impresentable de Bellido, no puedo dejar de mencionar el video difundido en las últimas horas en que aparece acusando al Ejército del Perú de “proteger a la corrupción”. Sucedió en mayo último, durante un acto de campaña por la segunda vuelta electoral. Lástima que un personaje con estas ideas y que lanza alabanzas a una senderista como Edith Lagos, sea ahora el número dos del Poder Ejecutivo y reciba honores militares cada vez que llega a una actividad pública.

Ante esto, queda a la oposición y a los ciudadanos adoptar todas las acciones que permite la democracia para impedir que el terrorismo siga creciendo como un cáncer en el Estado. Y acá no cabe decir que el presidente es un hombre bienintencionado que no sabe quién es quién o que tiene tantas cosas que atender que no puede darse cuenta de “algunos detalles”. Falso. Por ejemplo, el mandatario conoce bien los antecedentes dinamiteros de su ministro de Trabajo, Iber Maraví, y lo mantiene en el cargo.

El único responsable de esta situación ofensiva para los todos los peruanos, es el presidente Pedro Castillo, quien está abriendo la puerta a terroristas y a quienes reivindican sus actos, con la complicidad, al menos por ahora, de la mayoría del Congreso que ha preferido mirar a otro lado y respaldar al gobierno de Bellido, Maraví y compañía. Si el régimen marxista leninista nos quiere cansar y hacer creer que la presencia de terrucos en el poder es algo “normal”, queda darle la pelea sin desmayo.