En Educación nos enfrentamos a nuevos paradigmas, como el de vincular los estudios a la nueva revolución del conocimiento. Estudios del Banco Mundial y la Unesco demuestran que el 53% de los niños de los países con ingresos bajos y medianos no comprenden lo que leen. Por otro lado, el 32% de la población de América Latina no accede a servicios de internet. 77 millones de personas que viven en territorios rurales carecen de conectividad con estándares mínimos de calidad.

Estamos frente al enorme desafío de superar esta barrera y lograr que la educación y la tecnología se conviertan en el Perú del Bicentenario en herramientas de integración y desarrollo, antes que en indicadores de distanciamiento y brecha social. Un aumento del 1% en la penetración de la banda ancha móvil en zonas rurales produce un incremento del 0.15% del PBI de un país, mientras que un aumento del 1% de la banda ancha fija genera un incremento del 0.08%.

El nuevo match entre tecnología y educación es la educación digital. Las tecnologías disruptivas, como la realidad aumentada y la realidad virtual, mixta o híbrida, marcarán las pautas para transformar los paradigmas de la educación y tendrán un gran impacto en el próximo decenio. Este tipo de programas requieren que las instituciones educativas identifiquen los procesos de aprendizaje, las tendencias de masificación por estratos educacionales y analizar la sobrepoblación de algunas profesiones en los siguientes años.

Ensamblar adecuadamente tecnología y educación es generar un impacto en la economía. Es lo que pasa con la robótica en las grandes compañías internacionales. Los robots están en la industria, comercio, servicios y entretenimiento. Una señal de cambio sería, por ejemplo, dar el salto del “Aprendo en casa” al “Aprendo en línea”. Un satélite dedicado a la educación sería la solución práctica para superar cualquier límite o barrera natural.

Sin visión estratégica no llegaremos a buen puerto.