Cuando nos suceden cosas malas siempre nos preguntamos “por qué a mí”, pero nunca “para qué a mí”. Hace poco, una persona amiga fue diagnosticada con cáncer. Ella, había alcanzado un alto nivel de desarrollo profesional y en su frenética carrera hacia el “triunfo”, había relegado a un segundo plano a su familia, a sus amigos e incluso, había llegado a olvidar quién era y de dónde venía. Sus constantes consejos directivos y sus largas reuniones con distintos equipos de trabajo habían pospuesto su asistencia a la celebración del Día de la Madre en el colegio de su única hija, al cumpleaños de la abuela materna y hasta al almuerzo mensual con sus compañeras de colegio.

Hoy, con una enfermedad terminal a cuestas, me compartía su gran dolor por saber que tendría que partir sin querer hacerlo y por haber comprendido que al final, lo que importaba no eran los años de vida, sino la vida de los años y como sentía que había desperdiciado parte de ese tiempo. Por eso y sin renegar, me decía que ahora entendía el “para qué” le llegaba esta enfermedad a ella: para comprender cómo es que había dejado de utilizar el fugaz tiempo en lo verdaderamente importante y cuánto hubiera querido hacerlo mejor.

“Empieza de una vez a ser quien eres, en vez de calcular quien serás” decía Franz Kafka y por eso, aprendiendo de la experiencia ajena, me he planteado desde hoy: vivir el presente; no perder el tiempo pensando solo en el futuro; reír mucho; cantar mas seguido; abrazar a los míos; decirles cuanto los que quiero; escuchar mas y compartir en silencio; no perder el tiempo peleando con nadie; recordar que “cada vez que subo un peldaño de éxito debo subir dos mas de humildad”; entender que cuando la vida nos cierre una puerta, en realidad nos está dando la oportunidad de abrir una ventana y sobre todo, a vivir sin temer a morir.

Que esta lección de entereza que les comparto no enseñe a no desperdiciar nuestro valioso tiempo de vida y nos permita enmendar el camino para ser más amables, más accesibles y más felices con los demás, sin olvidar nunca quién eres, de donde vienes y a dónde vas.