Parece que fue ayer cuando en 2014 fue dada a conocer la decisión de retirar todas las tropas estadounidenses de Afganistán (cerca de 13,000 soldados). En ese momento, el presidente Barack Obama la anunció con gesto inmutable, aun cuando frente a ello hubo opiniones encontradas en la clase política en el Capitolio. Pues aquel anuncio acaba de tener un repentino giro por el propio Obama al declarar que las Fuerzas Armadas de su país permanecerán todavía hasta el año 2017, dejando la responsabilidad del retiro definitivo a quien para ese momento sea el 45° presidente estadounidense. Recordemos que desde 2001, en que sucedió el macabro atentado a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono y, además, fuera identificada la colusión entre el gobierno talibán de Afganistán y el grupo terrorista Al Qaeda liderado por Osama bin Laden, al desplazarse hasta Kabul, la capital, cerca de 90,000 soldados estadounidenses, a los que fueron sumados por la coalición internacional de 51 países otros 60,000, al final de la cruenta experiencia en ese país asiático en casi década y media se han registrado unos 2300 militares muertos y cerca de 22,000 de ellos heridos. El giro de Obama estaría en no volver a errar como en Iraq cuando fueron retiradas las fuerzas militares e inmediatamente se produjo una situación conflictual en que fue “estrenado” el Estado Islámico. Abandonar Afganistán sería volver a darle espacios a los Talibán, que buscan fortalecerse luego de la toma de Kunduz, cuna de la difícil etnia pastún, y confundir a la gente con la idea de que el país no puede seguir ocupado por las fuerzas occidentales. Creo que hace bien.

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