Aunque lo disimulen, Ollanta y Nadine están arruinados con la confesión de Marcelo Odebrecht. Confirma los $3 millones que Barata reveló haberle entregado a Heredia en el 2010. La triangulación fue a través de Lula, otro corrupto de alto vuelo que, también según Odebrecht, recibió $4 millones el 2013. “Colaboración ideológica”, dicen, para ablandar la coima. Ideología de millones, será.

El pago no fue gratuito. El interés particular de Nadine por acelerar el Gasoducto del Sur confirma la retribución que le debían a Odebrecht. No solo el proyecto pasó de $1320 a $7328 millones, favoreciendo a los brasileños, sino que se llegó al extremo de cobrarnos a todos en el recibo de luz por esta obra. Nos la sacaron de nuestros bolsillos, literalmente, desde el 2014. Ese cobro se eliminó recién en enero pasado. Por tres años, ellos devolvieron los tres millones de Odebrecht.

Este solo afán perverso de Ollanta y Nadine es una muestra del perjuicio al país, además de los delitos de lavado de activos y defraudación tributaria. Lavado, porque la plata salió de la oficina de coimas de Odebrecht, donde solo hubo dinero negro. Defraudación porque Humala, al defenderse de la acusación de Odebrecht, da una pista al decir que, “si hubiera recibido dinero de Odebrecht, lo habría reportado a la ONPE”. Odebrecht y Barata sostienen que se hicieron los pagos.

A Marcelo Odebrecht solo le interesa confesar la verdad para que su condena se reduzca; si miente se friega más de lo que está. Así que, como dice el exprocurador Cristian Salas, la Fiscalía puede (y debe) pedir prisión preventiva para Humala.