Los países de la región ponen mucha atención, al menos en el discurso, ante lo que sucede en Venezuela, castigada por la dictadura de Nicolás Maduro impuesta por el fenecido Hugo Chávez. Sin embargo, pocos reparan en lo que sucede en la Nicaragua de Daniel Ortega, quien acaba de asumir su cuarto mandato teniendo como vicepresidenta a su esposa, tras haber postulado sin partido de oposición en carrera.

Lo que pasa en dicho país, uno de los más pobres de la región junto con Haití, es digno de obra surrealista, pues Ortega se ha dado maña para gobernar hasta el 2022 tras lograr el control del Congreso, de la Corte Suprema, el Tribunal Electoral, el Ejército y la Policía colocando a sus parientes en cargos estratégicos. El “patriarca” de Gabriel García Márquez casi queda chico al lado de lo que sucede con el líder sandinista.

Y en medio de todo, cabría preguntarse dónde está la Organización de Estados Americanos (OEA) con su llamada Carta Democrática, pues es evidente que tiene bien mapeado el escándalo y el abuso de poder que se da en Nicaragua bajo el mandato de Daniel Ortega, el hombre que irónicamente saltó a la fama combatiendo como guerrillero al antiguo tirano Anastasio Somoza, al que derrocó en 1979 con el decidido apoyo de Fidel Castro.

También sería bueno preguntarse qué dice la izquierda de la región por lo que ocurre en este pequeño país que no será Venezuela, pero donde algo habría que decir en defensa de la democracia. Tengamos en cuenta que las acusaciones de fraude de parte de lo que queda de la oposición, expulsada del último proceso electoral, son cosa de todos los días, pero en Nicaragua nada importa a Ortega, quien se hizo reelegir por primera vez en 2011 pese a la prohibición legal.

En este mismo espacio he señalado una y otra vez que las dictaduras de derecha o de izquierda, incluso las que se presentan bajo una careta democrática con elecciones y “división de poderes”, deben ser combatidas sin vacilaciones, sobre todo por aquellos que suelen vivir del discurso de las libertades, los derechos humanos y la lucha contra el robo de las arcas públicas que suelen cometer los tiranos cuando nadie es capaz de fiscalizarlos.

TAGS RELACIONADOS