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Mientras escuchaba en Rabat la ponencia del eminente jurista Driss Dahak, miembro de la Academia del Reino de Marruecos, sobre las ventajas de la Convención del Mar (1982), me enteré de una nueva arremetida de los demagogos en nuestro país que, sin conocer los alcances jurídicos de la Convemar, de manera irresponsable la desprecian. No saben o no quieren entender la célebre y revolucionaria tesis de las 200 millas, por eso cometen declaraciones aberrantes. La verdadera y única tesis reconoce la soberanía del Estado costero sobre los recursos vivos (peces) y no vivos (minerales) que se hallen en esa distancia -nunca sobre las aguas-. Es un error creer que la Convemar recorta nuestras 200 millas y están confundidos o quieren confundir a la gente, pues nunca hubo en la historia del Derecho del Mar hubo un mar territorial de 200 millas. Lo que registra la doctrina fue un mar territorial de 3 millas, que era la distancia hasta donde llegaba el tiro de un cañón. La Convemar ha considerado que el mar territorial -espacio contiguo o pegado al continente que reporta el criterio de seguridad militar donde existe la figura del paso inocente o inofensivo- es el espacio de mar hasta las 12 millas, es decir, mucho más de lo conocido en el Antiguo Derecho del Mar. En 200 millas, el Estado costero es plenamente soberano sobre los recursos, que es lo relevante, de allí que la Convemar consagra que los Estados tienen capacidad para decidir cuándo, cuánto, dónde y cómo se pesca. Acumula en la ignorancia decir que EE.UU. no firma la Convemar por las 200 millas. Falso. No lo ha hecho porque no le gustó la declaración de los países pobres en 1969 que consagró a los fondos marinos, que se hallan más allá de la milla 200, como patrimonio común de la humanidad. Hay intereses para no adherir a la Convemar siendo un país marítimo por excelencia. Cerca de 170 países del globo -de 193- lo han firmado y el Perú, que fue pionero, aún no.