Marzo marca el aniversario del mes en que el coronavirus llegó al Perú y sacudió nuestras vidas como las conocíamos. Fue un 6 de marzo que el entonces presidente Martín Vizcarra se dirigió al país para informarnos sobre la llegada del virus. El 15 del mismo mes anunció una cuarentena que -sabiendo lo que sabemos hoy- parece casi una escena tragicómica.

¿Qué hemos aprendido en estos 12 meses turbios? ¿y qué nos espera para los próximos 12? Acá solo un par de lecciones de las muchas que nos ha dejado el último año:

Hemos aprendido que el problema no está en la contraposición de Estado y Privado

Estado y sector privado no son -ni deberían ser- enemigos, y debemos de desconfiar de aquellos que así los representen. Se ha evidenciado falencias de ambos en el último año. Eso no quiere decir que debamos eliminar a uno, sino que cada uno debe admitir y corregir sus desaciertos. Lo que debe preocuparnos es la generación de condiciones para un crecimiento que vaya de la mano con un desarrollo de profundo arraigo. Para que esto se de, necesitamos del Estado tanto como del sector privado.

Hemos aprendido que castigar a los culpables es importante, pero no más que asegurar que el país siga avanzando.

Estamos obsesionados con asegurar que se haga justicia para aquellas personas que consideramos nos han hecho daño mediante la corrupción. Sin embargo, nuestro afán con asignar culpas no puede eclipsar la importancia de lo esencial. El foco de la fiscalización ciudadana debe estar en las acciones que se llevan a cabo para asegurar un futuro mejor.

Quizás lo único bueno que podemos sacar de un año tan oscuro son las lecciones aprendidas. Lo que nos espera en los siguientes 12 meses dependerá -en buena medida- de nuestra capacidad de aprender de las lecciones dejadas por los últimos 12.