El ministro de Comercio Exterior y Turismo, Roberto Sánchez, tiene mucho que explicar al Ministerio Público luego de las declaraciones de colaboradores eficaces que lo vinculan con la banda de delincuentes que según los fiscales, opera desde Palacio de Gobierno.

De por sí su prolongada presencia en el gabinete ya es sospechosa. No sabía nada de comercio exterior ni turismo, pero igual fue colocado en el cargo. Lamentablemente, en el gobierno de Pedro Castillo, permanecer mucho tiempo en el equipo ministerial por lo general implica algo turbio.

Recordemos los casos de Juan Silva, a quien nadie movía del puesto pese a las denuncias y críticas; y al casi eterno Geiner Alvarado. Los dos están embarrados hasta el cuello en esta red de corrupción y al parecer le saben mucho al jefe de Estado que suele pagar favores con puestos en el Estado.

A Sánchez, cabeza visible del aliado incondicional Juntos por el Perú, se le ha vinculado con pagos irregulares a miembros de la banda, incluso a la esposa de Bruno Pacheco a través de una orden de servicio del ministerio a su cargo, y ahora está bajo investigación por obstrucción a la justicia, entre otras cosas. ¿Qué hace en el gabinete si poco o nada aporta? Solo Castillo lo sabe.

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