En nuestro país, las malas noticias parecen no dar tregua. Recientemente, se dio a conocer que el 43.1% de niños entre 6 y 36 meses padece de anemia, una cifra alarmante que supera los registros del año anterior, según los resultados de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes). Es importante destacar que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando la prevalencia de la anemia supera el 42%, se considera un problema de salud pública.
La anemia, una condición que afecta el desarrollo físico y mental de los niños, representa una amenaza significativa para el futuro de nuestra nación. Ante esta situación crítica, el Gobierno no tiene más opción que priorizar la resolución de este problema. Ya no podemos permitirnos desviar la mirada ni posponer acciones. La urgencia de derrotar a la anemia es máxima.
Varios especialistas han señalado que la recesión económica y el aumento en el precio de los alimentos han contribuido de manera determinante al incremento de la anemia. Es hora de que el Gobierno implemente medidas concretas para estabilizar la situación del país y propiciar su recuperación.
Es imperativo que las autoridades asuman su responsabilidad en este tema y trabajen de manera coordinada con la sociedad civil y el sector privado para garantizar el acceso a una alimentación adecuada y a programas de salud efectivos. Solo así podremos revertir esta preocupante tendencia y asegurar un futuro más saludable para las generaciones venideras. El tiempo para actuar es ahora.