Pese a que la ONPE dio las cifras de la segunda vuelta electoral al cien por ciento, aún hay un buen trecho que recorrer para que los organismos electorales de nuestro país proclamen los resultados definitivos. Esto se decide con las reglas de nuestro sistema democrático, que no cambiarán por impulsos o gestos individualistas y desaforados de uno u otro candidato.
Lo que se hace necesario a estas alturas es un enfoque serio, prudente y completo sobre este proceso electoral, que interprete las tensiones del momento pero también que respete las resoluciones y resultados del Jurado Nacional de Elecciones. Deslizarse por otras alternativas solo profundizará las graves complicaciones generadas por la polarización social.
Los enfrentamientos y las propuestas temerarias e ilegales, como las de anular las elecciones, además de denostar de nuestras instituciones, que reemplazan al debate y a la búsqueda de respuestas, solo generan más incertidumbre.
Si es muy obvio que se necesita calma y paciencia porque la revisión de actas observadas se puede prolongar unas semanas más, es también urgente que los candidatos presidenciales ejecuten un liderazgo que sirva para el beneficio del país y no para sí mismos.