Llegar a ser investigador ha sido para mí el resultado de una carrera fascinante. La curiosidad por comprender y explicar el comportamiento de la Tierra me ha permitido aportar con nuevos hallazgos para avanzar en las fronteras del conocimiento. Ser investigador requiere de perseverancia, dedicación y constante aprendizaje. Involucra también formar nuevos profesionales, gestionar proyectos y divulgar los resultados e información en medios especializados y a la sociedad.

Ser padre, por otro lado, es realmente una gran bendición, y a la vez una gran responsabilidad. Como padres tenemos el deber de guiar a nuestros hijos desde pequeños con mucho amor, enseñándoles a amar, soñar, reír, jugar, curiosear, recuperarse y, en general, a vivir. Ser papá nos demanda devoción, paciencia y entrega para inculcar a nuestros hijos respeto, valores, así como el cuidado por el medio ambiente y la naturaleza.

Ser padre e investigador científico requiere que redoblemos esfuerzos para continuar con nuestras investigaciones, sin sacrificar tiempo de disfrute con nuestra familia, especialmente cuando nuestros hijos son pequeños y la llama de la curiosidad en ellos está encendida y buscan respuestas a sus interminables inquietudes.

Y es que ser padre e investigador tiene mucho en común. La dedicación a un tema de investigación es apasionante. Es como criar un hijo. Le imprimes devoción, cuidado y paciencia. Afortunadamente, los esfuerzos y sacrificios se ven plasmados en contribuciones que aportan nuevo conocimiento para beneficio de la sociedad. Un regocijo y alegría sin igual.

En este día del padre, saludo a quienes disfrutan de este privilegio, en especial a aquellos que hacemos “Ciencia para protegernos, Ciencia para avanzar”.