Ser alumno no es fácil en el Perú. En primer lugar, se debe cargar en la mochila el titular a doble página de que tenemos una de las peores educaciones del mundo, pese a que en los últimos años -a decir de PISA- hemos logrado mejores calificaciones en ciencias, matemáticas y comprensión lectora. Y eso baja la moral, como dirían los propios chicos.

Luego, el estudiante de a pie, ese que a diario debe tomar mototaxi, combi, bus o micro, y en algunos casos hasta caminar de un pueblo a otro, pasa peripecia y media. Es visto como un enemigo peligroso por los cobradores y conductores, y lo tratan con la punta de la zapatilla. En ocasiones ni lo recogen porque también lo creen un bulto que ocupa demasiado espacio y les malogra el negocio. La cultura combi, pues, en todo su esplendor.

Y si llegar al cole es una aventura al estilo Indiana Jones, estar allí no lo es menos. Pruebas al canto: según el Ministerio de Educación, alrededor de mil instituciones educativas están en riesgo de colapsar ante eventuales derrumbes, inundaciones, deslizamientos y huaicos, debido a las lluvias que afectan a gran parte del país. O sea, nuestros “chancones” corren inminente peligro y el Minedu no parece asustarse mucho.

Lo cierto es que el año escolar 2017 arranca, de todas maneras, el próximo 13 de marzo y ni siquiera los llamados ‘colegios emblemáticos’ están operativos porque presentan retrasos en sus obras de mejoramiento, como lo evidencian cinco de ellos en Lima: Juan Guerrero Quimper, Mercedes Indacochea, José Granda, Bartolomé Herrera y Ricardo Palma.

Súmese a este magro panorama el infierno que se vive en costa, sierra y selva por el calentamiento global. Bajo los grados de temperatura imperantes, exigir al escolar esos uniformes gruesos o sintéticos es un crimen, tanto como tenerlo en el patio, dictarle clases en aulas sin ventilación y no preocuparse por los rayos solares habida cuenta de que tenemos los niveles de radiación ultravioleta más altos del mundo. La cosa es seria.

El hermoso poema “cual bandada de palomas que regresan al vergel…”, del portorriqueño Virgilio Dávila, ya no es tan cierto lamentablemente, ha perdido vigencia en nuestros golpeados centros educativos.