¿Habrá que revivir al clérigo francés Jacques Bénigne Bossuet, para que componga un panegírico dedicado al periodista Gustavo Gorriti? Dadas las circunstancias, no es necesario. Un ejército de periodistas embadurnados en la viscosa y pútrida salsa progresista, duplican esfuerzos para adornar de inmerecidos laureles a quien consideran un virtuoso del periodismo.
La gris coraza, representada por un pedazo significativo de la prensa peruana, con la sutileza discursiva que los caracteriza, no solo reducen la importancia del grave hecho que compromete a Gorriti, sino que son incapaces de pronunciar crítica alguna.
La prensa progresista y cierto sector del sistema judicial -referencia obligada al Equipo especial de fiscales- tienen el mismo olor nauseabundo del héroe mitológico griego Filoctetes, cuando fue abandonado en una isla desierta al ser mordido por una serpiente en el tobillo.
Aquel enervante hedor, que desprendía la herida y que inmovilizó al honorable Filoctetes, hoy cubre enteramente al periodista y operador político Gustavo Gorriti, ¡quien ha quedado expuesto ante todo el país! El exprocurador general de Panamá, José Antonio Sossa Rodríguez, reveló el “método Gorriti” ejecutado en su país. Este singular y siniestro método, consistía en destruir psicológicamente a sus adversarios políticos y simultáneamente en manipular fiscales. Según parece,
Gorriti ejecutaba algo similar en el Perú, deteriorando la imagen y menoscabando la honorabilidad de políticos que se encontraban en las antípodas ideológicas, mediante IDL-Reporteros, difundiendo informaciones en complicidad con los mencionados fiscales; tan torpemente exaltados como impecables restauradores de la justicia en el Perú.