La participación del presidente Pedro Castillo durante la 77 Asamblea General de las Naciones Unidas ha sido lo que se esperaba: un verdadero fiasco en que se ha usado una de las principales tribunas que existen a nivel mundial para dañar más la imagen del país y pontificar sobre educación y lucha anticorrupción, cuando todos sabemos de qué pie cojea el profesor de la tesis plagiada y de las seis investigaciones en la fiscalía.
Quizá lo más “vistoso” de viaje ha sido la inclasificable historia del “tamborcito” en una reunión con potenciales inversionistas y los gestos de la persona que estaba sentada al costado del mandatario. Sin embargo, lo realmente delicado es lo dicho por el presidente en su exposición de la tarde del martes, en que se refirió a mecanismos perfectamente legales como la vacancia, la censura y la acusación constitucional como “golpe de Estado”.
El gobernante ha ido a Naciones Unidas a mostrarse como un “perseguido” de fuerzas oscuras y “golpistas” que lo quieren sacar del poder de espaldas a la legalidad, cuando no es así. Además, queda claro que la administración del profesor se encuentra contra las cuerdas por sus propios actos. ¿O es que acaso la oposición inventó a Bruno Pacheco, a Juan Silva, a Yenifer López, a Zamir Villavarde o a Karelim López?
También el presidente Castillo ha aprovechado su viaje a Naciones Unidas para hacer el ridículo internacional con su “reconocimiento” a la inexistente República Árabe de Saharahui Occidental, en desmedro de la soberanía de Marruecos que quizá esté pensando cerrar su embajada en Lima, con el único propósito de contentar a la izquierda. Desde acá mi solidaridad con los buenos profesionales de Torre Tagle que disciplinadamente tienen que tragarse estos sapos.
Lamentablemente, es el presidente que tenemos gracias al apoyo y los votos de muchos que ahora ni quieren hacerse responsables por la presencia en Palacio de Gobierno de este personaje que más allá del tema político y de gestión, que son un desastre, es un investigado por graves actos de corrupción que desde el poder se está dedicando a obstruir abiertamente a la justicia para protegerse él y su entorno familiar. El mundo al revés.