Hemos escuchado azorados, compungidos, con rabia contenida, las declaraciones del Contralor de la República: “Es difícil que alguien vaya a la cárcel por corrupción”

¿Cuál es el sentido de estas expresiones? ¿Queja, impotencia, advertencia?

Ensayemos algunas reflexiones:

1.- Es una autocrítica. Confiesa que la Contraloría resulta un instrumento ineficaz, completamente desbordado (lo dijo ya antes) por la corrupción y, por lo tanto, su labor resulta prácticamente inútil. ¿Por qué? ¿Por la falta de capacidad profesional? ¿Por la carencia de medios legislativos? ¿Por la falta de voluntad? ¿Porque también está ya infiltrada?

2.- ¿La corrupción ha llegado a tal punto de inteligencia, habilidad, tecnología, sofisticación, que es imposible acopiar pruebas, quizá algunos indicios o huellas casi siempre imposibles de seguir hasta resultados finales?

3.- ¿La red de corrupción es tan poderosa y extendida que toda la institucionalidad está penetrada, de tal modo que cualquier intento real de investigación y sanción hallará siempre muros infranqueables y enemigos suficientemente poderosos para impedirlas, neutralizarlas? ¿Toda la institucionalidad es ya corrupta sin remedio?

4.- ¿Qué propone el Contralor? Nada. Solo se lamenta, y de lamentos estamos encallecidos. ¿Qué propone el Gobierno? Nada. Algo habrá que hacer. Nos dejamos hundir voluntariamente o por inercia.

Por lo menos, si cree en milagros, Humala, en lugar de la huachafería de regalar al Papa una camiseta de la selección nacional de fútbol y pedirle que ruegue a Dios para estar presentes en el Mundial, hubiera solicitado que lo ilumine para encontrar caminos que nos ayuden a resolver esta y otras lacras. Pero como escribe nuestro César Vallejo, Dios no debe saber nada ni le interesa lo que sucede en estos lares: “Dios mío, si tú hubieras sido hombre/ hoy supieras ser Dios;/ pero tú, que estuviste siempre bien/ no sientes nada de tu creación./ ¡Y el hombre sí te sufre; el Dios es él”.

Bueno, a nosotros nos corresponde, siguiendo a César: “¡Ah, desgraciadamente, hombres humanos/hay, hermanos, muchísimo que hacer!”.