La “Toma de Lima” fue una iniciativa frustrada, esto no se debe a otra cosa sino a la imposibilidad de encontrar liderazgos que canalicen el desánimo popular. En una entrevista publicada en El Comercio, el mediático analista Axel Kaiser afirmaba: “La clase política de Chile es completamente incapaz de resolver los problemas nacionales”, esta sentencia aplica para las clases políticas de todos los países de América Latina; y eso que en los partidos chilenos abundan diplomas de universidades de Estados Unidos y no hay casos de “serrucheos” de sueldo entre los equipos legislativos, como abundan en todas las toldas de nuestro hemiciclo.

A este problema panregional, se suma la precariedad política a la que nos está llevando esta crisis, que ya ajusta un lustro, y que el principal ingrediente es que hemos tenido 5 presidentes y 3 congresos. Entre tanto, países como Chile y Colombia, que también han pasado por desafección política, no han seguido nuestros pasos de recorrer el circo electoral y es que, en esos países los “plazos fijos” de sus Constituciones se respetan, tienen claro que se capotea la crisis con la institucionalidad y en ello radica la madurez política que han alcanzado a pesar de sus problemas.

Adquirir esto es lo que nos niegan los líderes de opinión criollos, que venden de forma irresponsable la idea de que con unas nuevas elecciones estaremos mejor, cuando todo apunta a que no podremos arreglar nada. ¿Por qué? porque ser congresista y/o presidente es un negocio –no un tema de vocación– y los partidos, como hasta ahora, van a seguir vendiendo sus cupos y sólo fortunas informales e ilegales reúnen los recursos necesarios para poder postular. Así, el resultado final no puede ser otro que un dejà vú.

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