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Los que se opusieron a que el Congreso anterior aprobara la bien dada prohibición de la reelección inmediata para gobernadores regionales y alcaldes podrán darse cuenta ahora por qué era importante tal norma, pues la voracidad de ciertas autoridades por permanecer en el poder es evidente, al extremo que hoy, incluso con dicha ley vigente en medio de críticas, han visto la forma de sacarle la vuelta para quedarse con su parcela de poder.

En Lima, dos situaciones llaman la atención. La primera es protagonizada por el actual alcalde de San Miguel, Eduardo Bless, a quien no se le ocurrió nada mejor que lanzarse ahora como teniente alcalde por la agrupación San Miguel Me Gusta. Pero el caso más alucinante es el del burgomaestre de Puente Piedra, Milton Jiménez, de Solidaridad Nacional, quien también va como segundo en la lista, con la diferencia de que para alcalde está lanzando nada menos que a su hijo.

Ya antes en este mismo espacio había mencionado los casos de Lima, con la postulación de Luis Castañeda Pardo, y de Chorrillos, donde el actual alcalde, Augusto Miyashiro, casi eterno en el puesto, lanza a su hijo del mismo nombre. Ambos candidatos van por Solidaridad, que en la última elección municipal dio a la capital burgomaestres de triste recordación como los de Santa Rosa, San Bartolo o La Victoria. Los dos primeros están presos.

Se entiende que algunos alcaldes distritales aspiren a encabezar sus provincias o gobiernos regionales. Es una forma de “crecer” políticamente. Pero eso de postular a tenientes alcaldes, o de lanzar a sus hijos, esposas o padres, o irse a otras jurisdicciones donde ni siquiera viven, me parece una criollada sin nombre que explica por qué era necesaria una norma que corte el paso a gente que llega al poder y no lo quiere soltar jamás.

El espíritu de la ley dada por el Congreso anterior, en medio de una nauseabunda ola de corrupción en decenas de administraciones regionales para el olvido, era impedir el uso de recursos públicos para hacer campaña, además de sacar a los “caudillos” eternos, lo cual no podrá cumplirse en casos como los mencionados. Se trata, entonces, de una sacada de vuelta muy propia de nuestros políticos que creen sabérselas todas.

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