No ha recibido el voto de confianza el gabinete presidido por Pedro Cateriano, lo que obliga al Presidente de la República a conformar uno nuevo, en el que podrían permanecer o cambiar de puestos el resto de ministros.

Un claro error del presidente Martín Vizcarra, el 28 de julio, fue el no presentar un balance crítico y autocrítico del año transcurrido frente a la corrupción y la grave crisis sanitaria. Más bien dio un mensaje lleno de ofertas y falto de realidad, como si la crisis no estuviera entre nosotros.

Cateriano presentó un plan de modernización liberal del Estado, simplificando los trámites para las actividades empresariales mineras y pesqueras, con silencio administrativo positivo y licencias de exportación en horas. Pero estuvo ausente de propuestas reales y concretas sobre lo que afecta a los ciudadanos: empleo, salud, educación.

En ambas presentaciones ha estado ausente del discurso la construcción del Estado y de ciudadanía, con ejercicio real de derechos a la vida, la salud, y al empleo digno. De igual forma ignoraron el proceso de descentralización efectivo y la planificación económica estratégica.

En el Congreso, intereses particulares en educación han buscado, irresponsablemente, golpear la reforma del sector. Han abierto la posibilidad de un vacío peligroso ante los problemas de la pandemia y la recesión económica que enfrentamos y que el equipo ministerial debiera estar gestionando sin llegar al ¡sálvese quien pueda! que intentaron hasta hace pocos días. Esto se hizo evidente al dejar en manos de la población el cuidado de su salud, pues priorizaron las actividades económicas por no querer aplicar el bono universal que insistentemente se ha planteado.

Si algo necesitamos rescatar tras la pandemia, es la necesidad de avanzar en construir una sociedad más justa, con oportunidades para todos, como una tarea social colectiva de gobernantes y gobernados.