La izquierda peruana aliada del chavismo criminal que se quedó anclada en sus taras de los años 60 y 70, deben estar celebrando que el tirano Nicolás Maduro haya logrado aparecer como “vencedor” de las elecciones del domingo último que en buena cuenta, tal como se veía venir desde hace varios meses, han sido un fraude descomunal y una burla al sentido común de la comunidad internacional que no puede ser aceptada por ningún gobierno democrático del planeta.

Para Verónika Mendoza, el delincuente Vladimir Cerrón y varios de esos congresistas de medio pelo que tenemos y que siguen soñando con volver a ver a Pedro Castillo en Palacio de Gobierno, no hay elecciones limpias que valgan. Esas “pelotucedes democráticas” inmortalizadas por Guillermo Bermejo les importan un pepino cuando se trata de conservar el poder e impedir un cambio de régimen y la independencia de los poderes que sin duda llevarían a que toda la camarilla chavista termine en la cárcel o fugada.

Esta es la gente que quería llegar al poder en el Perú en 2021 para quedarse. Ellos mismos lo indicaban en su plan de gobierno, así que los peruanos estamos notificados desde hace mucho de lo que significaría darle el voto a estos que miran con ojos enamorados lo que hoy hacen Maduro y su grupo, que contra la opinión del mundo entero se han robado una elección. La oposición en ese país tendría al menos 30% de ventaja, pero el órgano electoral controlado por la dictadura ha dado resultados a la inversa.

Mendoza, Cerrón y compañía deben estar felices de que en Caracas siga mandando un criminal que ha condenado al hambre, la miseria y la falta de libertades a millones de venezolanos que verán como una pesadilla los resultados fraudulentos de la elección del domingo que estarían dando luz verde para que el chavismo siga gobernando hasta el 2031, aunque es evidente que ni siquiera en ese momento van a dejar el poder. Parece que la tortura será perpetua como la de los cubanos.

Qué inocentes aquellos que creyeron que Maduro y su banda se iban a ir fácilmente. Estaba claro que venían dispuestos a lo que sea, pues saben que dejar el poder implica acabar en una prisión de por vida o exiliados por algún otro tirano del mundo. No hay salida fácil a lo que ocurre en Venezuela, que empezó con un farsante como Hugo Chávez hablando de “justicia social” y promoviendo un cambio de Constitución que ha permitido las reelecciones eternas y el control absoluto del Estado. Advertidos estamos.