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El cómico Alejandro Romero, conocido popularmente como el “Gordo Casaretto”, el cantante y compositor de música andina Eusebio “Chato” Grados y el danzante de tijeras Teodoro Gamboa fueron considerados hace algunos días por el Congreso de la República, a pedido del Ejecutivo, como los beneficiarios de una pensión de gracia del Estado. La ley que regula este reconocimiento pecuniario, actualmente vigente, anota en sus considerandos que la pensión citada “se otorgará a las personas que hayan realizado una labor de trascendencia nacional en beneficio del país, y que no perciban una pensión e ingreso del Estado”. Para los que no conocían cuáles eran los requisitos para este beneficio allí está clarito, sin una palabra más ni menos. Y la finalidad también, la de premiar a quienes han trabajado toda su vida por el Perú, sin afán de lucro y que su aporte al país sea palpable en la profesión, actividad o disciplina en la que se hayan desarrollado. Para saber si los arriba mencionados lo merecen o no, solo nos queda revisar sus logros y se acabará la polémica. Las historias de vida no se pueden falsear, y menos para lograr un trámite exitoso.

Por eso, para que estos reconocimientos necesarios en un país en el que realmente no se le da su lugar a peruanos notables no terminen alejándose de su finalidad original, habría que plantear un cambio. ¿Qué les parece mejor si además de la pensión de gracia se crea otra, llamada humanitaria, en el que entrarían todos aquellos que piden ayuda por su situación económica, de salud, y que lamentablemente son mayoría. Porque, valgan verdades, en los últimos tiempos estamos acostumbrados a escuchar el clamor de personajes, en su mayoría del espectáculo, que casi exigen “que por haber cantado y divertido a los peruanos” se merecen todo y más. Y si vamos a terminar accediendo a este tipo de pedidos, pues acabaríamos con el presupuesto anual de cualquier ministerio, porque todos creen tener el perfil para acceder a esa gracia del Estado. Sincerémonos para alejar cualquier sospecha de interés populista en el asunto, y en aras de que las tan necesarias pensiones de gracia no se desdibujen con el tiempo. Si se quiere dar la mano a peruanos de cualquier actividad que la están pasando mal, no las maquillen con reconocimientos que sí se deben dar para otros que realmente lo merecen. Y la lista es muy grande.