Uno de los factores que genera permanente ruido político en el país, particularmente desde el inicio de la gestión de Pedro Castillo al frente del Gobierno, es la mala elección de los ministros. Esta vez todos los cuestionamientos se centran en el titular de la cartera del Interior, Luis Barranzuela. Todo indica que su permanencia en el gabinete ministerial es tan insostenible como en su momento fue la de Iber Maraví. Se trata de un expolicía con 150 sanciones, investigado por la fiscalía anticorrupción, abogado de Vladimir Cerrón y con una postura en contra a la erradicación de cultivos de hoja de coca.
Además se ha sabido que comparte el abogado con el investigado por presunta filiación a Sendero Luminoso, Guillermo Bermejo. Justo quien tiene a su cargo a la policía antiterrorista y anticorrupción posee vínculos con Bermejo y Cerrón. Barrenzuela ha tratado de desvirtuar cualquier acusación, pero es evidente que su credibilidad no se funda en lo que dice, y menos en lo que hace. Por ejemplo, sostiene que Vladimir Cerrón no tiene influencia en el Ministerio del Interior, pero inmediatamente después revela que está en el gabinete gracias a Perú Libre. Por un lado, quiere desmarcarse del líder de este partido, y por el otro deja entrever que hay un hilo conductor que lo lleva a éste.
El presidente Castillo tiene que ser consciente que mantener personas que desestabilizan la gobernabilidad significa colocar al país en un estado próximo a la indefensión.