En el mundo entero el mortal coronavirus gana titulares de toda laya, se publican estadísticas preocupantes y es constante la divulgación del protocolo de prevención; sin embargo, aquí, en el Perú, algunos náufragos creen que estamos exagerando la nota al reclamar al Gobierno de Martín Vizcarra, con información contundente, una política integral contra este mal, que ya merodea en países vecinos como Brasil y Ecuador.

Y es que somos adictos a las decisiones de último momento, cuando la leche ya está derramada, la sangre llegó al río y solo queda ir a llorar a otra parte. Mucho ojo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) elevó el riesgo internacional de propagación del COVID-19 de “alto” a “muy alto” y que ya se cuentan cerca de 90 mil contagios, la inmensa mayoría en China.

O sea, pende sobre nosotros la espada de Damocles y, valgan verdades, necesitamos acondicionar un hospital exclusivo, en lugar de cinco a media caña, para hacerle frente -con todo el arsenal médico y asistencial que se pueda- al virus procedente de China. Además, si se sabía que el coronavirus está en camino, por qué el Minsa no se curó en salud y se abasteció de mascarillas. Ahora conseguir una es casi un milagro.

Tampoco hemos visto un spot televisivo alusivo al tema. Menos volantes con información preventiva en estadios y locales de masiva asistencia. Las redes sociales pueden ser un buen camino para llegar a la población y mimetizarla con la “potencial pandemia” que tenemos encima. El mismo mandatario, que tanto gusta de las fotos, puede salir a decir: tranquilos, tenemos médicos y esta estrategia sanitaria para enfrentar la situación. ¿O es mucho pedir?

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