Cuando parecía que en el gobierno de Dina Boluarte por fin se habían convencido que era un absurdo seguir manteniendo artificialmente con vida a una empresa deficitaria como Petroperú, ahora nos venimos a enterar que en el Poder Ejecutivo “se está evaluando” atender el requerimiento de millonarios fondos públicos, es decir, plata de todos los peruanos, para impedir la quiebra de la de por sí ya quebrada compañía que se ha convertido en un verdadero lastre para la economía del país.

A fines del año pasado, tanto el premier Alberto Otárola como el ministro de Economía y Finanzas salieron a decir que no habría más inyección de recursos para la petrolera que recibió un tiro de gracia a sus eternos malos manejos financieros durante el gobierno de Pedro Castillo, en que se puso al frente al inepto Hugo Chávez que ahora está preso bajo cargo de ser parte de la red de corrupción del profesor que según el Ministerio Público, cobraba a manos llenar por firmar determinados nombramientos en cargos públicos.

El Ministerio de Energía y Minas ha pedido nada menos que dos mil 550 millones de dólares de nuestros bolsillos, para pagar deudas y pasivos del pasado, mas no para iniciar operaciones que traigan recursos frescos a la petrolera que hace años es un muerto viviente. ¿Y la recesión? ¿Y la necesidad de recursos para hacer frente a El Niño? ¿Esa plata no podría ir mejor a reforzar la seguridad ciudadana o a mejorar la salud y educación que brinda el Estado a los más pobres?

Tengamos en cuenta que el titular de Energía y Minas, Óscar Vera, es sindicalista y trabajador de Petroperú con licencia, por lo que cabría preguntarse si acá no existe un conflicto de intereses, pues el mencionado ministro del gabinete de Alberto Otárola está gestionando desde su alto cargo en el Poder Ejecutivo, millonarios recursos públicos para la empresa pública en que trabaja, y que en algún momento tendrá que volver a pagarle su sueldo y su jubilación.

Lástima que hoy en el Poder Ejecutivo estén primando los criterios ideológicos que se quedaron en los años 70, y no las opiniones técnicas de los expertos que afirman que meter más plata en Petroperú, que ahora tiene una nueva refinería que ha ahondado más su crisis financiera, es botarla al agua, pues la petrolera estatal no tiene salvación. El problema es que el dinero que se busca inyectar en la compañía no es de la presidenta Boluarte ni del ministro Vera, sino de todos los ciudadanos.

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