GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Hecho irrefutable: todos mentimos. Más de lo que nos gustaría admitir. Estudios sugieren que la persona promedio miente al menos una vez al día. Otros sugieren que mentimos muchísimo más.

Pero no todas las mentiras son iguales. Hay una gran diferencia entre tú diciéndome que no comes carne, por ejemplo, para no insultar mis habilidades culinarias, y que un político mienta sobre el paradero de los impuestos que tendrían que haber sido destinados a construir carreteras. La primera nos permite vivir en sociedad. La segunda genera la desconfianza de la misma. Esta última, al tratarse de alguien en un cargo público, nos implica a todos en el engaño sin estar conscientes. Con cada pequeña mentira de alguien en un cargo público, el recelo crece y la tolerancia disminuye.

De ahí que broten propuestas como dar al Poder Judicial la facultad de decidir sobre la inmunidad parlamentaria, cuando esta debería funcionar como un mecanismo que protege esencialmente la separación de poderes. Sin embargo, demasiadas veces ha sido necesario el levantamiento de la inmunidad y no se ha dado. Esto, para mí, señala un problema mayor que implica retroceder un par de pasos: tenemos a demasiados políticos cometiendo delitos y mintiendo.

Para Pamela Meyer, experta mundialmente reconocida por su conocimiento en el campo del engaño, las mentiras son la oportunidad de unir aquello que somos con aquello que quisiéramos ser. Entonces, ¿por qué miente un político para encubrir algo que no hizo? Pues porque le hubiera gustado ser un mejor político. ¿Por qué miente un candidato sobre lo que promete hacer? Porque quiere ser el político que nosotros buscamos, entonces nos dice lo que queremos escuchar.

Por lo tanto, lo que queremos escuchar se debe convertir antes que nada en la verdad. Debemos buscar un mundo en donde la verdad se vea privilegiada y lo primero que le pidamos a un político sea honestidad. Pero, sobre todo, tenemos que estar preparados para escucharla.