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La confesión del publicista brasileño Valdemir Garreta ante el Ministerio Público del Perú publicada ayer por El Comercio, en el sentido de que las empresas Odebrecht y OAS le pagaron casi un millón de dólares para asesorar a la campaña del hoy recluso Ollanta Humala, muestran la facilidad con que los sinvergüenzas y delincuentes meten plata en los bolsillos de candidatos de moral laxa y gran cinismo, para luego pasar la factura.

En estas líneas, no trataré acerca de si es delito penal o no recibir plata como los tres millones que Jorge Barata afirma haber entregado a los Humala para su campaña. Sin embargo, resulta ser un asco a nivel ético recibir dinero de empresas que tenían inmensos intereses económicos en el país, algo que los nacionalistas -que se promocionaban como los abanderados de la honestidad y de la decencia- parece que no tuvieron ganas de rechazar.

¿O es que alguien puede creer que Odebrecht y OAS pusieron un millón de dólares porque les caían bien los Humala o porque iban de acuerdo con su línea ideológica? Eso no se lo creen ni Pedro Cateriano ni sus exministros ni los defensores mediáticos de la “pareja presidencial” caída en desgracia. ¿Por qué ni Ollanta ni Nadine dijeron “no” ante ese ofrecimiento de dinero oscuro que jamás fue declarado formalmente?

Habría que ver qué dicen ahora los antiguos escuderos de los Humala como Daniel Abugattás, que en todo veía una patraña de los medios contra sus jefes. ¿Pensará lo mismo? Sería bueno que este caballero y otros digan también cómo no se dieron cuenta de que en sus narices se traía a asesores de campaña que cobraban una fortuna y nadie sabía de dónde salía la plata para sus honorarios y gastos. ¿Lo atribuían a un milagro? Ahí están los “moralizadores” del Perú.

Y ahora que ya sabemos cómo Odebrecht y OAS aceitaban al nacionalismo con cargo a seguir realizando obras -porque nada era gratis-, habría que ver cuándo el entorno de la exalcaldesa Susana Villarán o ella misma nos cuentan de dónde salió la plata para pagarle a su también asesor brasileño Luis Favre, a fin de evitar que sea revocada en 2013. ¿Qué dice Anel Townsend? ¿Fueron también las “generosas” empresas brasileñas?