El viernes último, en uno de sus consejos de ministros descentralizados, el presidente Pedro Castillo ha aprovechado para victimizarse y asegurar que desde que empezó su gestión le han “dicho de todo”, con lo cual el mandatario deja en claro que sus palabras son guiadas por el más grande y exasperante cinismo, o que vive –aunque no lo creo– en una realidad paralela donde no se da cuenta de todo lo que sucede en el gobierno que en teoría encabeza para desgracia de los peruanos.

Tenemos por ejemplo el caso de su impresentable exministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva, quien fue, en efecto, uno de los más criticados del gabinete desde que empezó la gestión del lápiz, hasta que en marzo último se vio obligado a renunciar minutos antes de que lo censuren y se vaya a su casa por la puerta falsa. A la luz de lo que hoy está confirmando el Ministerio Público, ¿no había acaso motivos para cuestionar la presencia de este sujeto en el Poder Ejecutivo?

Quizá el mandatario quería que los medios y la ciudadanía se coman en cuento del “profesor de sobrerito cándido y buena gente”, y se queden callados ante este personaje y otros que han contribuido a reforzar la idea de que estamos ante el peor gobierno de nuestra historia no solo por su probada incapacidad, sino por los monumentales indicios de corrupción que afloran por todos lados y que salpican incluso al mandatario, al extremo que ayer la Fiscalía de la Nación ha ampliado una investigación en su contra.

Este discurso de victimización también se lo escuchamos la semana pasada a la aún vicepresidenta Dina Boluarte, quien desde Davos, Suiza, salió a lamentarse de que “la derecha” no deja gobernar al presidente Castillo, como si su administración inepta y corrupta, plagada de Torres, Chávez, Silvas, Condoris, Pachecos, sobrinísimos prófugos, dinámicos y Cerrones palaciegos, fuera una maravilla caída del cielo para acabar con los grandes problemas que afectan a nuestro país.

El presidente Castillo y su precario régimen están contra las cuerdas y ellos lo saben muy bien. Sin embargo, nada podrán hacer con su ya agotado discurso de “pobrecitos” y de “víctimas”. Si no tienen cómo responder las graves acusaciones que hay en contra de muchos personajes del régimen, empezando por el propio mandatario que no da la cara a los medios y al país hace casi 100 días, mejor háganle un favor al país, váyanse a su casa y búsquense buenos abogados.

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