Julio Guzmán y el Partido Morado atraviesan –días antes de la elección– una crisis. Primero Daniel Mora. Ahora el incidente del incendio.

Julio Guzmán insiste que su esposa es “la única que necesita explicaciones” de su parte porque estamos hablando de un tema privado. Sí, su vida es privada, pero inevitablemente la vida privada de alguien nos da una visión de su naturaleza como persona. ¿Pensamos que le miente a su esposa? Nos preocupa que nos pueda mentir a nosotros. Quizás no debería ser así, pero el hecho es que cuando uno entra a la vida pública, lo hace entendiendo que su vida privada es ahora un asunto de interés.

Ahora: quedan cinco días para las elecciones. Y mientras está bien que seamos críticos con quienes consideremos, también es necesario que miremos el panorama más amplio. Porque –supongo yo–, no es una coincidencia que esta información se haya hecho pública a pocos días de ir a las urnas. Entonces –supongo yo– el Partido Morado no es el único al que tendríamos que estar mirando.

Sí, acá tenemos que hablar de Julio Guzmán. Pero también de los otros. ¿Los otros, quienes? Aquellos que hablan de juego limpio y tienen barro hasta en las cejas. Esos que –aprovechándose políticamente de la situación– se presentan, casi en un gesto irónico, como paladines de la moral.

Antes de arrastrarnos en un huracán mediático morado, recordemos que quedan cinco días para las elecciones. Y que esta campaña, francamente, ha sido todo menos una campaña. Juzguemos a quienes merecen ser juzgados. Pero mientras concentramos nuestros esfuerzos en criticar a uno, no olvidemos continuar observando al resto.

La política sigue siendo una sucia partida de ajedrez. Si verdaderamente queremos una “renovación”, mantengamos los ojos en todas las piezas del tablero.