¿Por qué EE.UU. se retirará de Afganistán?

La pregunta que salta inevitable entre los expertos en seguridad internacional en diversas partes del mundo es qué ha llevado a EE.UU., a insistir en la idea de retirar sus tropas de Afganistán, el país que en el 2001, dominado por los talibanes y coludidos con Al Qaeda, consumaron el ataque más siniestro que registra la historia estadounidense sobre su territorio -(Nueva York - Torres Gemelas, y Washington - El Pentágono)-, aquel fatídico 11 de setiembre de 2001.

Es verdad que la decisión ya la había tomado Donald Trump y que debía efectivizarse a más tardar el próximo 1 de mayo. Ahora, el mandatario demócrata, Joe Biden, la acaba de confirmar para el mes de setiembre, precisamente en que se cumplen 20 años desde que EE.UU. cruzó el Atlántico avalado en el principio de legítima defensa (Operación Libertad Duradera), para defenestrar al régimen talibán, instalado en Kabul desde 1996, y por supuesto, ir a la caza de Osma Bin Laden, lo que recién consiguieron en Islamabad, Pakistán, en 2011.

En efecto, Trump en noviembre de 2020, llegó a un acuerdo con los talibanes -sí los mismos a los que persiguió y combatió sin tregua-, firmado en Doha, Qatar, por el cual retirará sus tropas, poniendo coto a una guerra permanente y duradera, cuyo saldo ha sido en casi 20 años, de alrededor de 60 mil muertos, de los cuales unos 2000 fueron soldados estadounidenses.

Desde entonces, pasando por las eliminaciones de Osama Bin Laden (2011) y la de Hamza, su hijo (2019), y el lanzamiento de la bomba madre (2017) sobre puntos plagados de terroristas, la recurrencia han sido violencia y muertos. Para la Casa Blanca el acuerdo ha sido la mejor estrategia para frenar la imparable producción de terroristas pues no es un secreto que entre Afganistán y Pakistán, su vecino, cuentan el mayor número de grupos extremistas que operan en el mundo. Biden está reafirmando el pragmatismo de Estado de la política internacional de su país en este complejo asunto.

Finalmente, el acuerdo con los talibanes confirma -una lección para los países de nuestra región, con frecuencia monotemáticos- que EE.UU. afronta simultánea e intensamente diversos frentes internacionales, es decir, no solamente el iraní o el venezolano, o la pandemia, como algunos erróneamente creen.