El océano es un gran almacenador de calor, ya que absorbe la radiación solar que distribuye alrededor del planeta a través de las corrientes marinas. Así, el calor y la humedad son desplazados en el planeta, permitiendo influenciar en el clima y el tiempo.

Asimismo, es la fuente principal para sustentar el ciclo del agua; que se inicia con la evaporación del agua de mar, continuando con la formación de nubes y la precipitación de agua dulce en el continente. Además, interviene en la producción de oxígeno del planeta y en los flujos de carbono. A través de las plantas del océano (es decir el fitoplancton), el carbono inorgánico disuelto es removido de la atmósfera mediante la fotosíntesis, lo que genera materia orgánica rica en carbono - que constituye la base de la cadena trófica (la fuente de alimentación para organismos no-fotosintéticos) - y oxígeno. Este proceso ocurre entre pocos días a varias semanas en la zona eufótica, es decir, en las capas superficiales del océano donde hay disponibilidad de luz y nutrientes que se encuentra en constante comunicación con la atmósfera. Así, al igual que los bosques, el fitoplancton absorbe CO2 y produce oxígeno.

El océano también soporta el funcionamiento y la estabilidad de los ecosistemas a través de la diversidad biológica, donde muchas de las especies marinas son fuente de alimentación y sustentan la pesca artesanal e industrial; contribuyendo a la seguridad alimentaria y siendo fuente importante de divisas. Por lo tanto, si queremos predecirlo, reducir los riesgos asociados al cambio climático y mantener los servicios ecosistémicos que sustenta, se requiere estudiarlo. En ese camino el IGP sigue haciendo “Ciencia para protegernos, ciencia para avanzar”.

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