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La prédica reformadora que el presidente Martín Vizcarra propala por todo el país va generando adhesiones. Aunque es cierto que es muy difícil mantener el grado de expectativa de la gente sobre este tema, principalmente por los reparos del Congreso de la República, el jefe de Estado no recula en la tarea de comprometer a la población para llevar adelante el referéndum.

Por otro lado, la bancada mayoritaria del Parlamento está convencida de que las dilaciones, fundamentalmente de las reformas políticas, serán claves para su estrategia de desgaste. El presidente del Congreso, Daniel Salaverry, ya fue claro en decir que estas no son urgentes y que hay tiempo hasta el 2021 para concretarlas.

Lo evidente es que el Ejecutivo y el Legislativo están convirtiendo estos dimes y diretes en una contienda para uso y beneficio de la propaganda política de cada uno. Por ello, la alta temperatura política prevalece durante los últimos tiempos; si se eleva más, muchos saldrán chamuscados.

El Gobierno y el Congreso deben ser conscientes de que existen casos que deben afrontarlos con total decisión y valentía, pero deben procurar que dicha situación no se vuelva una disputa constante y evitar en lo posible que se convierta en un conflicto insalvable.

Es necesario que se calmen las aguas y sería ideal que los personajes fomentadores de odio queden de lado. Es urgente el protagonismo de políticos equilibrados, sensatos y deseosos de lograr acuerdos y consensos. Todo espacio que genere vínculos es importante. Esperamos que ello ocurra cuanto antes.