La vocación de kamikaze del Presidente no tiene medida. Tampoco sus vaivenes comunicacionales. Ante la crisis por el destape del audio de su principal alfil, el ministro de Economía y Finanzas, que en palabras de PPK es el responsable del ministerio que es el corazón de la Administración púbica -y tiene razón-, muestra el mismo mal manejo que ya demostró con los casos de sus exministros Saavedra y Vizcarra. Ello es especialmente grave dado el peso del MEF. En especial, cuando las expectativas de crecimiento para este año ya bajaron a menos de 3%, según el BCRP.Veámoslo en perspectiva. Más allá del audio, el “escándalo Chinchero” tenía que alcanzar al ministro Alfredo Thorne. 

No es posible que la Contraloría haya montado una persecución a funcionarios de segundo orden del MTC por el caso de la adenda famosa -lo cual puede ser hasta un exceso-, mientras que en el MEF, por donde pasan todas las decisiones de este tipo, y donde sin la firma del ministro no se mueve ninguna megainversión, todos permanecían limpiecitos. Entonces la posición de Thorne ya era vulnerable.

La aparición del audio de su conversación con el Contralor donde aparece no solo conminando a ese funcionario a ser “colaborativo” con el Gobierno, deslizándole que de esa colaboración dependería una ampliación presupuestal, y donde dice hablar, nada menos que, en nombre del Presidente para convencer al Contralor para que se alinee nomás, añadía el condimento de la insostenibilidad política y hacía insostenible a Thorne. 

Procedían entonces reflejos rápidos, cambiarlo ya mismo, más aún si dice que tiene su reemplazo, y pasar la página. En vez de eso, salió a apoyarlo y lo envió a las fauces de un Congreso donde hasta su propia bancada tiene serias dudas del ministro. Y es que la vocación verdadera, en este caso, la vocación por el suicidio político, es más grande que la razón. Y que todas las razones.