GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Aunque lo nieguen y luego afirmen que “el único premio que valoran es el cariño del público”, en la mayoría de los casos, los artistas sueñan con un trofeo, medalla o reconocimiento que los reconforte más allá del aplauso. Y vaya que se merecen nuestros talentos un galardón que les levante el ánimo tras años de trabajo intenso en el oficio en que se desempeñan. Siempre es bueno que alguien les recuerde de vez en cuando que están haciendo las cosas bien. Pero en estos tiempos de internet y redes sociales es fácil darse cuenta de que “hay trofeos y trofeos”. Hay los que son respaldados por instituciones serias, que luego de una escrupulosa selección hecha por profesionales en la materia publican una lista de merecidos ganadores que han destacado en su labor por un determinado periodo. Existen otros que miden la popularidad entre el público, eso también se resalta -la empatía con la gente es un mérito- y también hay sentidos reconocimientos a la trayectoria de un artista que son otorgados por instituciones con representatividad. Pero hay premios que son todo lo contrario, cuyo mayor interés es levantar los bonos de sus organizadores, que son simplemente un negocio para quien los patrocina, y de esos abundan aquí y en la China. Aunque los artistas tienen toda la libertad de recibir lo que les venga en gana, lo que no pueden hacer es que se les promocione trofeo en mano con algo que de valor no tiene más que las “buenas intenciones” de quien se lo dio, si es que las hubiera. Hace algunos días se promocionaba la entrega de importantes galardones al grupo Frágil y Susan Ochoa por la Organización de Estados Americanos (OEA). Mediante notas de prensa enviadas a los medios se reseñaba de tan importante hito en la carrera de los artistas mencionados, pero luego se supo que la empresa que patrocina esos reconocimientos solo había alquilado un salón de eventos de la OEA y que esta importante institución no tenía nada que ver en el asunto. La verdad de la milanesa es que eran medallas, diplomas y trofeos de particulares, nada más, como reciben aquí muchos con nombre en inglés y que se promueven casi como el Óscar peruano. Lo repetimos, cada quien es libre de recibir lo que quiera y guardarlo en su casa como el premio mayor; pero si en algo se respeta una carrera, hay que tener cuidado con lo que se acepta. No es difícil hoy averiguar las verdaderas intenciones de ciertos empresarios, basta un clic y listo.