“Destape en Punto Final. Sobres conteniendo miles de soles en efectivo, depósitos en 12 agencias bancarias en Lima y la compra de un departamento a nombre de la conviviente del ministro de Salud”, “Este domingo. Entrevista exclusiva con Beder Camacho. Ex mano derecha del Presidente Pedro Castillo lo cuenta todo a Panorama. Revelaciones que ponen en jaque al Presidente de la República”... Así se promocionaron ayer algunos informes periodísticos. Tienen que ver con los indicios de corrupción del Gobierno. Pueden ser casos para el debate y la polémica, pero no son fantasías. Los medios no inventamos la realidad. Por ello no se entiende que el jefe de Estado continúe descalificando y desacreditando a la prensa. “Si no quieres verlo publicado no lo hagas”, decía el periodista norteamericano William Randolph Hearst. Ese es el punto clave de esta historia.
“El poder de los medios de comunicación no solo es un poder: es un poder y un contrapoder (...) Y son instrumentos fundamentales en la formación y en la producción de subjetividad. Esto es algo central. Pero una vez que uno ha dicho eso, no resolvimos el problema. Siempre sigue habiendo libertad”, manifestaba el italiano Antonio Negri. Al final se refería a la libertad del receptor, del ciudadano, de elegir, luego de leer, oír o ver el contenido de los medios.
En el Perú, la prensa ha sido la primera luz para develar toda la historia de negociados y corrupción en Palacio de Gobierno. Pero, como decía Negri, no resolvimos el problema. Si bien es cierto, el 52% de peruanos estima que el presidente Pedro Castillo está involucrado en temas de corrupción, según la última encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y el 53% aprueba que la Fiscal de la Nación haya presentado una denuncia constitucional contra el mandatario, el Congreso no hace mucho para terminar con todo esto y la calle tampoco se manifiesta. ¿Será por que el 63% de ciudadanos se encuentra poco o nada interesado por la política? o ¿será porque el 72% se preocupa solo por sí misma? Es difícil armar este rompecabezas, pero lo único cierto es que la prensa seguirá cumpliendo su trabajo: puntualizar que las lealtades del candidato y la del presidente son bien distintas.