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Cuando se planificó desviar las aguas del río Vizcachas para ser represadas en Pasto Grande, hace casi tres décadas atrás, se proyectó que el suministro del recurso hídrico para Moquegua y el valle de Tambo en Arequipa estaría asegurado, en especial para este último.

Para hacer realidad dicho proyecto, en la parte alta de Moquegua se acordó que Tambo recibiría una dotación según su demanda, empero cada año la historia se repite y tanto población como agricultores están a la “buena voluntad” de que decidan los encargados de administrar el agua de Pasto Grande.

Esta “guerra” por el preciado recurso es frecuente en los últimos tiempos, situación que obligó desde hace un quinquenio a poner en agenda un anhelado sueño para la gente de la provincia de Islay: hacer realidad el proyecto de Paltuture en las alturas de Puno, y represe toda el agua de lluvia posible que año tras año se pierde en el mar.

Sin embargo, por la posición cerrada de cierto sector radical, dicho proyecto duerme el sueño de los justos, mientras la situación empeora en Tambo.

El manejo político de algunas autoridades de oponerse al proyecto de Paltuture está haciendo mucho daño y el tiempo pasa.

Paltuture debe ser tomado como un proyecto de interés nacional y no regional, pues el marcado rechazo al mismo, desde Puno, es clara demostración de la tan conocida frase: “El perro del hortelano, que no come ni deja comer”.

Criticable la posición timorata del gobierno central a través del Ministerio de Agricultura, que no asume este proyecto de manera directa y comienza a dialogar con las autoridades respectivas. A más tiempo que se pierde, la amenaza es más latente para Tambo.