El título de esta columna debiera ser la premisa detrás de toda gestión, iniciativa o proyecto del Estado. En el transporte urbano parece que no se cumple. Los pleitos entre instituciones por la línea 2, sumado a los anuncios de suspensión de servicios parecen alejarnos del sueño de poder movernos con seguridad en la ciudad.

El metropolitano anuncia ahora que por aspectos de programación del servicio está en rojo y con riesgo de dejar de operar. La verdad es que luego de cuestionables modificaciones del contrato de concesión original, se puso como condición, por ejemplo, que el inicio de la operación se contaría a partir de la entrega de los 12 kilómetros de la ampliación norte hasta la estación Chimpu Ocllo. Otra verdad es que los concesionarios recibieron financiamiento de COFIDE para financiar la adquisición de flota y que hasta el día de hoy no pagan dichas deudas. Es decir que, en la práctica, a pesar de ser una concesión autosostenible, el estado ha cofinanciado a los concesionarios. ¿Lecciones aprendidas? Aquí un par: el transporte urbano debe ser cofinanciado. Segunda lección: transparencia en las adendas. Las adendas hechas desde la municipalidad no han sido beneficiosas para el Estado. Propuesta de solución: una nueva licitación para el metropolitano y que las controversias se resuelvan en la vía arbitral correspondiente.

Frente a esos problemas históricos, se requiere también que de una vez se tome en serio a la ATU y se designe a un nuevo presidente o presidenta. La ATU está en neutro y no avanza. Mal hizo el ministro en hacer cambios aventurados sin saber qué hacer. El metropolitano es solo un problema. Dejen los duelos para el lejano oeste, la línea 2 debe avanzar no por la concesionaria sino por los ciudadanos.