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La Resolución Ministerial 195-2019 aprobó en febrero un documento técnico que busca promover la alimentación saludable en escuelas públicas y privadas. El documento contiene medidas indispensables, como introducir al aula la educación nutricional y establecer condiciones sanitarias para los quioscos y comedores de los colegios públicos y privados. Sin embargo, prohíbe también que estos ofrezcan a los estudiantes alimentos altos en azúcar, sodio y grasas trans.

Esto último es un problema. ¿Por qué no consideró pertinente eliminar del mercado ciertos alimentos que el Gobierno no considera dignos de ser ingeridos por nuestros estudiantes?

1. ¿Quieres chocolate? Pues chocolate tendrás.

La magia del mercado es que responde directamente a las preferencias de los consumidores. Si me dejan especular, imagino que por cada quiosco escolar vendiendo quequito de guindones, brotarán tres en la esquina de afuera vendiendo Sublimes. Sí, a todos nos gusta el chocolate.

2. Cuatro pancitos con palta, por favor.

En el listado de alimentos recomendados por el documento está el pan francés, ciabatta y los queques caseros. Estupendo. Pero como el documento bien dice, la tendencia al sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes peruanos viene en aumento. No soy nutricionista, pero sé que estos alimentos -como cualquier otro- consumidos en exceso resultan en sobrepeso. Entonces…

3. La solución no es decidir por ellos, sino lograr que la decisión que tomen sea una informada.

Estamos en el colegio 8 horas al día por unos años. Tomamos decisiones sobre qué ingerimos varias veces al día por el resto de nuestras vidas. Cuando tomas decisiones por mí, estás asumiendo que no tengo la capacidad de velar por mi propio bienestar físico.

Me parece formidable que los colegios ofrezcan opciones de comida saludable y que le enseñen a nuestra juventud a interpretar el contenido nutricional de lo que ingieren, pero si me quiero comprar una Inca Kola para tolerar mi clase de matemáticas de las 3 p.m., por favor, Estado, déjame hacerlo.