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Un favor, para completar la chamba de lo de Walthercito. Para ver si lo apoyas ahí.

- ¿Cómo así? ¿Qué hay que hacer?

- ¿Te acuerdas qué tenía, con la mujer que lo está jodiendo?

Así comienza el diálogo en el que Tomás Gálvez, fiscal supremo, le pide a César Hinostroza, suspendido juez supremo, que apoye a Walther Delgado -también fiscal- en una denuncia que enfrenta por violencia familiar.

Y es que para comprender la problemática de la violencia contra la mujer debemos empezar por algo: esta no es solamente acoso, golpe, violación o asesinato. La violencia contra la mujer continúa luego de la agresión misma, cuando la víctima acude al sistema de justicia en busca de protección. En esta etapa, el machismo se asoma nuevamente, pero de una forma distinta: policías que ignoran las denuncias, ríen o culpan a la víctima; médicos legistas que minimizan las heridas; jueces y fiscales que por un desconocimiento lamentable de la violencia de género entierran denuncias que en no pocos casos se convierten, luego, en asesinatos. ¿Exagero? En el 2016, 34% de víctimas de feminicidio o tentativa denunciaron agresiones y no recibieron protección. Quizá, como en el caso del audio, sus denuncias fueron consideradas una “joda”. Hoy están muertas.

Y es que agresor es también quien perpetúa la violencia a través del sistema de justicia, quien considera que una mujer que denuncia haber sido agredida por su pareja está “jodiendo”.

Si muchos de los propios operadores de la justicia -como miembros de una sociedad machista- normalizan la violencia, ¿debemos confiar exclusivamente en ellos para enfrentar esta violencia? ¿No será, acaso, momento de priorizar la implementación de una educación con enfoque de género? Reflexionemos.